Cuando escuchamos hablar de alimentación pensamos en comida, ¡claro! ¿de qué más podríamos alimentarnos? Por ejemplo, de emociones. Nuestros sentidos están alimentándose a cada momento, con cada perfume, con lo que vemos, con las texturas que nuestras manos sienten, con lo que oímos (y escuchamos!), con los sabores que probamos…estamos alimentando a nuestra alma.
¿Cómo te sentís cuando probás la comida de tu mamá o de tu abuela? ¿y cuando olés una flor que te encanta? Tomate un minuto y pensalo, sentilo.
Te propongo otro escenario.
Ves un choque, una manifestación o una pelea en la calle. Vos, ¿qué hacés? ¿te quedás mirando? ¿te atrae ver escenarios de violencia? ¿Buscás en la tele, en Internet o en los diarios este tipo de imágenes? ¿te estás alimentando de miedo y de rencor? ¿tomás partido en esos conflictos externos, tal vez para no tomar partido en tus conflictos internos?
Te invito a reflexionar, respirar hondo, y elegir. Elegí con qué alimentar tu alma, pero elegí a conciencia. Si elegís la violencia, que sea estando bien despierto y sabiendo lo que hacés.
Y si elegís el amor, miralo, escuchalo, olelo, saborealo y tocalo hasta que te llenes enter@.
Redacción:
Soy Poly, alma inquieta, buscadora incansable. Practico y promuevo el AUTOCONOCIMIENTO como vía de conexión con nuestro más profundo SER, y desde que empecé a ver en cada persona y relación un ESPEJO Y MAESTRO, la vida se convirtió en una oportunidad de crecimiento constante!
Paola Zárate, a través del espacio de NOTAS AMIGAS.
Deja tu comentario